¡EL PUEBLO SALVA AL PUEBLO! ... ¿SEGURO?
Tras el acto criminal cometido en Valencia en la gota fría, esencialmente
por omisión de socorro, por los “garantes” del pueblo, se ha difundido y
repetido ad nauseam, la frase “el pueblo salva al pueblo".
Si revisamos las concepciones idealistas y materialistas alusivas al pueblo como categoría histórica, desde Jean-Jacques Rousseau, Emmanuel-Joseph Sieyès a Karl Marx y Friedrich Engels, a saber: del pueblo como depositario de la soberanía que no la delega en sus representantes, o el pueblo como asociación de los seres humanos con el fin de garantizar y defender el interés común, es decir, el tercer estado o nación menos el clero y la nobleza, y en esa línea al concepto revolucionario de proletariado marxiano, ¿Cuál es el pueblo postmoderno? Un desecho, un estertor, un símbolo borroso. Pues como decía Álvaro Flórez Estrada: "el pueblo siempre ha sido y será víctima de su ignorancia, única causa de todos sus males”, un pueblo cómodamente instalado en la minoría de edad kantiana, incapaz de servirse de su propio entendimiento sin ser tutelado, todo ello por su pereza y cobardía. Un populacho domeñado por el Leviatán de Hobbes. En un pueblo acostumbrado a la servidumbre, se pueden dejar dormir las verdades… (Sieyès). Es más, como decía Thomas Hobbes, “Quien se queja de injuria por parte del soberano, protesta contra algo de que él mismo es autor, y de lo que en definitiva no debe acusar a nadie sino asimismo…”. Ya saben, vosotros habéis votado a vuestros victimarios.
El lema del despotismo ilustrado, todo para el pueblo, pero sin el pueblo, es una máxima del régimen
criminal de corrupción sistémica denominado régimen del 78, que “rige nuestros
destinos” desde hace 50 años, un lema que ha convergido en otro más abyecto: “latrocinio
del pueblo, nada para el pueblo, aniquilación del pueblo”.
Y sí, el pueblo no salva al pueblo, en determinadas circunstancias fratricidas
se destruye asimismo, pero en todo caso, sin llegar a éstas, un pueblo digno,
en el que la ciudadanía sea una realidad, no podría nunca haber mantenido
tantos años a este régimen de corrupción, sin embargo, lo seguirá manteniendo a
pesar de las tragedias. “El pueblo español”, en las próximas elecciones, seguirá
votando a sus victimarios. Y es que echarle la mano a una persona que se va a
precipitar por un acantilado o prestar primeros auxilios a un herido, es
consustancial a la condición humana, pero no es un acto revolucionario que
salve al pueblo. En este sentido, es inexplicable que el pueblo valenciano comparta su misa funeral, cediendo los primeros asientos a sus victimarios, la casta política.
Las actuaciones criminales que la clase política hizo contra su propio
pueblo en la farsa pandémica, estafándolo, engañándolo, domeñándolo y envenenándolo y la respuesta de éste, aplaudiendo a sus victimarios a las 20h, es la
manifestación más elocuente de que el pueblo y la ciudadanía no existen en
España. El pueblo postmoderno español es una masa gregaria estabulada abandonada
al nihilismo y al hedonismo, que, como el perro de Pávlov, ensaliva y se excita
solo con las luces de Navidad, con un partido de fútbol o con la cervecita del mediodía.
Pedro Ángel Latorre Román
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