GRACIAS PEDRO SÁNCHEZ. LA GRAN REVELACIÓN.
Los
filósofos helenísticos ya pusieron de manifiesto los aspectos más abyectos de
la condición humana, en esencia la falta de virtud o virtudes esenciales para
una vida digna como la sabiduría, la justicia, el
coraje y la templanza, la autarquía personal
y en su máxima expresión, la libertad. Alertaban de los peligros de la ignorancia,
las pasiones, del materialismo y el
comportamiento gregario de la turba, la degradación de las polis y de la
corrupción política. Todo ello nos esclaviza. Pues bien, pareciera que más de 2.000
años después de que cínicos, epicúreos y estoicos nos alumbraran el camino y
tras una odisea centenaria de guerras, asesinatos, tiranías y latrocinios, se esperaba
que el ser humano aprendiera de megalómanos, tiranos, mentirosos, ladrones, asesinos
y corruptos, que existiera una especie de huella genética o al menos epigenética
que afectara a nuestros rasgos de personalidad
y comportamientos para hacernos más hábiles a la hora de identificar el mal y saber
buscar el bien y la vida digna. Pues no, parece ser que estas adaptaciones evolutivas
requieren otros cuantos miles de años de ignominia y ríos de sangre que nos
hagan aprender.
Pedro Sánchez, un megalómano de manual con
vocación de tirano, es el gran revelador, la mayor aportación reciente a la antropología
y a la psicología social de los últimos tiempos. Pedro Sánchez es en sí mismo
un oxímoron, sus mentirosos cambios de opinión, su libertad amordazada, su
democracia tiránica, su igualdad discriminatoria, su confianza en la separación
de poderes, pero la fiscalía depende de mí, su inclusividad excluyente, su victimismo
victimario, su despotismo ilustrado, su todo para el pueblo pero contra el
pueblo, el constitucionalista que realizó el mayor acto inconstitucional (estados
de alarma ilegales en la falsa pandemia) jamás conocido, cuyos resultados
fueron un rastro de muerte, ruina económica y fractura social, en suma, su izquierdismo
fascista, demuestran su carácter maquiavélico. Es el resultado final, la obra
maestra del régimen corrupto del 78, que se fue construyendo tras la
asimilación, sin anestesia, de todas las estructuras franquistas, al auspicio de
las élites transnacionales.
Su gran revelación es que, en España,
existen millones de Pedro y Petras Sánchez, en tu barrio, en tu ciudad, en tu
club deportivo, en tu cofradía…, una colección de miserables arribistas, “apesebrados”,
ignorantes, sectarios, desinformados, policías de balcón. Pero no crean que me
refiero solo a los que sostienen con su voto a este individuo y a todo su abyecto gobierno,
también me refiero a todos aquéllos que, bien definió José M de Prada como “tragacionistas”.
Todos aquéllos que se creen, al día de hoy, la falsaria dicotomía política de
izquierda vs. derecha y en consecuencia se excitan contra los comunistas o
contra los fascistas, los mismos que se “tragaron” que las políticas de identidad
(feminismo, multiculturalismo…) eran una oda a la igualdad y a la tolerancia,
siendo todo lo contrario, los que se creen que el cambio climático es exclusivamente
de origen antropocéntrico y sus consecuencias son inmediatas y devastadoras, sin
saber que es una farsa descomunal de las élites financieras para cambiar de paradigma
económico y deconstruir la vida conocida hasta el día de hoy, los que se tragaron la falsa pandemia y se sometieron al mayor ejercicio
de agresión a las libertades y derechos individuales jamás conocido y en consecuencia
fueron estafados, engañados y envenenados. En suma, los que creen que el
régimen del 78 es un sistema democrático y con su voto, inacción y pusilanimidad
siguen manteniendo a toda esta caterva de ladrones, sin vergüenzas y
criminales.
Pedro Sánchez, tras su tragicomedia, no
dimite, y anuncia lo esperado, en su naturaleza de oxímoron carnal: un avance
en los derechos y libertades, en la democracia, es decir purgas a los medios de
comunicación que él decida, a los políticos de la oposición, al poder judicial
y al resto de personas que no opinen como él.
Pedro Ángel Latorre Román
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