ANTONIO MUÑOZ MOLINA, NO EN NUESTRO NOMBRE, NO EN TU NOMBRE. NO A LA REFORMA DE LAS MURALLAS DE SAN LORENZO

 


Nací y he morado la mayor parte de mi vida en la barriada de San Lorenzo. Mi apego vitalicio al barrio y al vecindario se sustenta en una infancia agraciada de vivencias maravillosas con los amigos y habitantes del lugar en un entorno monumental, natural y paisajístico impresionante. Mi memoria retrospectiva de más de 50 años, me hace recordar a todos los vecinos del barrio, incluso a los árboles del lugar, la naturaleza circundante, las huertas, la muralla, el espacio diáfano de la plaza y las sierras al fondo, presididas por Mágina y en lontananza Sierra Nevada. Los niños teníamos una noción geográfica y geológica de la zona extraordinaria, conocíamos los pueblos, los montes e incluso los caminos. Pero lo más importante para nosotros era que el barrio nos pertenecía y la libertad nos asistía, lo disfrutábamos sin restricciones ni limitaciones, había pocos coches y escaso turismo. Las calles eran de los niños, como destacaba Guts Muths en su obra “Gimnasia para la Juventud” (1807), sobre la necesidad de la creación de “plazas de juegos”, verdadera “República de niños donde se dejarán a un lado los privilegios, y donde reinará sólo la fuerza física, el talento espiritual, la valentía y el valor moral”. Eso era el barrio de San Lorenzo de antaño. La obesidad y el sedentarismo eran cosas incomprensibles, pasábamos horas y horas en las calles, jugando, ejercitándonos, imaginando, esperando pasar el rebaño de vacas u ovejas...Desde el barrio “asaltábamos” las huertas colindantes para comer “granas”, higos, cortar cañas, o bajar a la “vía” (estación ferroviaria abandonada) desde donde admirar nuestro majestuoso mirador de San Lorenzo presidiendo los Cerros de Úbeda.

Los vecinos se sentaban en verano en las calles y se pasaban veladas interminables de convivencia, diversión y entretenimiento, la vecindad, eso que llaman ahora cohesión social, era verdadera, la solidaridad, ayuda mutua y el auxilio una máxima del lugar. 

En particular, las murallas de San Lorenzo era nuestro sitio preferido para los niños, no existía pavimentación, por lo que podíamos jugar a la “cota”, un juego de bolas, al “rongo” (juego de hincar una lima en la tierra) incluso al salto de longitud en la arena. Pero la salubridad y la seguridad física de la zona era precaria, el voladizo de la muralla era un auténtico muladar hediondo lleno de ratas y basura y, una muralla agrietada, con los monolitos de piedra inestables y a punto de caer nos ponían en peligro.

Ciertamente, el urbanismo de los pueblos y ciudades debería avanzar en el confort, salubridad y seguridad de las personas, todo ello en armonía con la conservación de la cultura, que se compone de lo material (monumentos, espacios verdes) y también de lo inmaterial (sensibilidades, anhelos y pasiones de sus moradores). Pues bien, en más de 50 años se ha sabido conjugar en gran medida estas acciones en el barrio de San Lorenzo, se mejoró de manera notable la salubridad de la zona, eliminando el muladar (que, por cierto, parece recuperarse a tenor de la suciedad que hay actualmente), reparando la muralla y mejorando la accesibilidad y seguridad de la calle, poco más, algún banco, fuente y arbolito que pasaba desapercibido. Además, la administración, hoy día, es implacable con el vecindario a la hora de hacer reformas que provoquen desarmonía con el entorno. Y es que, en este caso, lo importante de las murallas de San Lorenzo es su esencia natural, ser una atalaya donde dominar el valle del Guadalquivir y las Sierras de Mágina, Cazorla, Segura y las Villas, incluso Sierra Nevada y la Sagra, lo importante en esencia es el paisaje. En este sentido, mi madre Luisa Román pone un ejemplo paradigmático, ¿Qué es lo importante del mirador de San Nicolás, en pleno barrio del Albaicín granadino?, claro está, son las vistas y la calma del paisaje, sin accesorios, ornamentos postmodernos, por muy sostenibles que sean, que distraigan de lo verdaderamente importante.

 

Pues bien, nuestra corporación municipal de la Ciudad de Los Cerros, ha empezado unas obras de remodelación integral de la plaza y del entorno (camino “Graná”) en donde, y bajo la justificación de un homenaje al escritor ubetense Antonio Muñoz Molina, se va a incorporar a la calle de las murallas una ornamentación estrambótica y asincrónica con la propia naturaleza del lugar. Bancos postmodernos que invitan a sentarse de espaldas al paisaje, incómodos, que invaden todo el espacio diáfano del lugar, que suponen un obstáculo mayúsculo para los propios vecinos, ya mayores, con arbolado que oculta las viviendas de cal blanca que armónicamente dibujan y resplandecen el mirador y lo peor, una especie de “gallinero o palomar”, que llaman creación artística posmoderna y sostenible, como centro de interpretación de la obra literaria de Muñoz Molina. Una horterada monumental, que arruina las vistas, en pleno espacio hortofrutícola, y que se va a convertir en el nuevo “botellódromo” de verano.



Ante este atropello cultural y estético, los vecinos del lugar, muchos de ellos octogenarios, han salido a protestar exigiendo la paralización de las obras, las cuales suponen una inversión brutal: 300.000 euros, de los que la corporación aporta unos 61.000 euros. Pero los grandes interrogantes son:

¿Eran necesarias estas intervenciones? ¿Ha existido una demanda social y vecinal al respecto? ¿Se les ha consultado a los vecinos? ¿Cuáles son sus criterios de priorización de los recursos públicos?

No hemos obtenido respuesta alguna, ya que éstas son inequívocas: no había necesidad, el barrio estaba bien como estaba, no se ha consultado a los vecinos, prueba de ello es que su actitud ha sido reactiva ante la presencia inmediata de maquinaria pesada, y sus criterios de priorización no se adecuan a las exigencias y necesidades ciudadanas, ya que, esos 61.000 euros los podrán invertir en la mejora y adecentamiento de las calles anexas al barrio, ya desmembradas por el tráfico o parques abandonados a su suerte como el del Comendador.

¿Y cómo justifican este disparate? Pues en los siguientes puntos:

1)    Es un homenaje a Antonio Muñoz Molina, pero, y aludiendo a una perspicaz interpelación de una vecina, ¿Por qué no hacen un centro de interpretación de la obra del escritor en una casa del barrio? Añado, en esa misma se podría hacer una biblioteca y habilitar zonas de lectura en el propio mirador, me la juego que el coste no alcanzaría ni de lejos los 300.000 euros de este disparate. Pero, además, en vez de emplear los muros de uso público como mural de propaganda de los delirios ideológicos (en este caso, de género) del político de turno, ¿por qué no?, en honor al escritor, se insertan frases o estampas de su obra en estos muros, en armonía con la figura de Antonio Machado.

 



 

El barrio de San Lorenzo es una pertenencia indeleble en el tiempo de generaciones de vecinos que dejaron una impronta secular en el barrio, no puede ser sacrificado como homenaje a un solo vecino por muy eminente que sea. Pero, es posible que incluso Antonio no se lo merezca a tenor de sus recientes declaraciones en los medios de comunicación sobre su última obra “Volver a dónde”, en donde parece renegar de su pasado: “No hay a dónde volver. Mal que bien, tienes que habitar el único tiempo que existe, que es éste”. O, “Al mundo que yo conocí y que retrato ahí no creo que nadie en su sano juicio quiera volver ni cinco minutos”.

Y no es que cualquier pasado fuese mejor, pero renunciar a tu pasado, como así pareces indicar, lo bueno y lo malo, es tu catarsis personal, oportunista y adaptativa a los tiempos que corren, pero realmente es tu inmolación como Antonio Muñoz Molina, es la destrucción de Mágina, de tu magnífica obra literaria, es renunciar al barrio de San Lorenzo. Y no Antonio, la nueva normalidad, que tú abrazas, no será nunca mejor que el pasado, no hay que aceptarla bajo ningún concepto, es obligación de cualquier ser humano oponerse frontalmente a ella, supone la imposición del control total, la anulación completa de la soberanía personal, de derechos inalienables como la libertad de expresión, de circulación, de decisión, derecho al trabajo, es la pérdida de los afectos, de los instintos, de la vida espontánea, de la salud, es la dictadura de los tecnócratas, de los expertos. Como bien dices, la nueva normalidad va asociada a una agenda política, cultural y económica.

Y es que posiblemente, el mejor homenaje que se puede hacer a todos los vecinos vivos y ausentes del barrio: María Luisa, Víctor, Antonio, Ana Mari, Ángeles, Águeda, Paquita, Luisa, Mauricio. Paca, Ignacio, Paco, Loles…, es dejar el barrio como está.

 

2)    Es una subvención europea de desarrollo sostenible avalada por expertos de reconocido prestigio internacional. Y el “inmenso” argumento técnico que una de las participantes en la redacción técnica del producto esgrimía, es que la horrible construcción, se ha hecho de madera sostenible y compatible con el medio ambiente, “Amén”. Pero todo sea por los expertos, que han avalado el proyecto. Y es que asistimos, hoy en día, en todos los ámbitos de la vida ciudadana, a una auténtica “dictadura de los expertos y de la ciencia”, una especie de amuleto en el que los políticos se apoyan para justificar lo que quieran. En Úbeda, ya dejaron una huella horrorosa y también indeleble en nuestro patrimonio monumental otra caterva de expertos, recuerdan el parking de la plaza “vieja” o la remodelación del edificio del juzgado, dos “esperpentos indecentes”.

 

3)    Otra evasiva argumental que nos esgrimieron los políticos fue que existen unos plazos administrativos para aportar cambios y alegaciones al proyecto y que éstos están caducados. Que además se hicieron 9 reuniones para propiciar la participación ciudadana y que ninguno de nosotros acudió; por lo que interpreto, que se le “imputa” a los vecinos del barrio, la mayoría con edades superiores a los 75 años, un ejercicio de irresponsabilidad ciudadana. Los propios vecinos esgrimieron en la reunión con los políticos que nadie les había informado nunca. Claro está, una de las exigencias para la concesión de ayudas de los fondos europeos de Desarrollo Urbano Sostenible e Integrado (DUSI), es la necesidad de la participación ciudadana, por eso nuestra alcaldesa se afanaba en incidir en las 9 reuniones, pero de las que ningún vecino del barrio tenía conocimiento. Dejémoslo ahí. ¡O no!, ya que ante mi interpelación, solicitándole qué actuaciones a propuesta de los ciudadanos habían provocado cambios en los proyectos ya diseñados ad hoc, la respuesta fue...

4.)  Finalmente, el elemento definitivo de acreditación del proyecto, también citado por la técnica, es el medio ambiente, el desarrollo sostenible, el cambio climático…Y es que según el Ministerio de Hacienda en su Dirección General de Fondos Europeos, el Eje de Desarrollo Urbano apoya la implementación de Estrategias de Desarrollo Urbano Sostenible (DUSI). De acuerdo con el Reglamento FEDER, la estrategia sirve para acometer los retos económicos, ambientales, climáticos, demográficos y sociales. Este eje destina un total de 1.362 millones de Euros para la realización de proyectos urbanos integrados que actúen sobre varios Objetivos Temáticos (OT), que tengan en cuenta los principios horizontales y objetivos transversales de igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres y no discriminación, desarrollo sostenible, accesibilidad, cambio demográfico y lucha contra el cambio climático. Las ayudas serán gestionadas directamente por las áreas funcionales urbanas adjudicatarias.

Se determinó que este eje prioritario incluyera actuaciones en los Objetivos Temáticos OT2, OT4, OT6 y OT9:

OT2: Mejorar el acceso, el uso y la calidad de las tecnologías de la información y de la comunicación.

OT4: Favorecer el paso a una economía de bajo nivel de emisión de carbono en todos los sectores.

OT6: Conservar y proteger el medio ambiente y promover la eficiencia de los recursos.

OT9: Promover la inclusión social y luchar contra la pobreza y cualquier discriminación.

 Y digo yo ¡Qué demonios tiene que ver esto con el barrio de San Lorenzo!

Objetivos que claramente recogen un paradigma ideológico globalista y que se extiende como un virus en todos nuestros ámbitos de la vida: perspectiva de género, cambio climático, migraciones, ciudades de 15 minutos…No me extraña mucho que, hasta los confinamientos climáticos, el uso de la mascarilla o la vacunación obligatoria se incorporen en breve en todo este disparate, que emana de una plutocracia internacional y que nadie ha votado. Que, bajo la coacción del terror y el miedo, ayer un virus y hoy la monumental farsa del cambio climático antropogénico quieren imponer su nuevo orden mundial, en donde serás feliz pero no tendrás nada. Un cambio de paradigma económico, en donde lo importante es como siempre el dinero. La deconstrucción está en macha y afecta a todos los ámbitos, incluso a nuestros barrios más tradicionales.

 

Querido Antonio Muñoz Molina, vecino, que te veía pasar por la calle “el pozo” a la casa de tus padres cuando era chico…, no en tu nombre, no en nuestro nombre, dar tu visto bueno a este engendro, es una traición al Barrio de San Lorenzo, una traición a Mágina.

 

 

Pedro Ángel Latorre Román

 

 


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