¿ES LA VACUNACIÓN COVID UN ATENTADO CRIMINAL CONTRA LA INFANCIA?

 


    Generalmente solemos tomar nuestras decisiones mediante tres instrumentos vitales: el instinto, el sentido común y el conocimiento. El instinto es esencial para la supervivencia, nos permite por ejemplo no ingerir alimentos en mal estado, no beber aguas pantanosas y alejarte de la tormenta. El sentido común, relacionado con el instinto, son apreciaciones espontáneas, casi automáticas ante sucesos o situaciones de la vida, por ejemplo, es de sentido común no irse a correr a 40º C en verano. El sentido común nos obliga a ir al médico o pedir ayuda cuando estamos enfermos o a saber que una sopa no se come con tenedor. Por tanto, el sentido común orienta nuestras decisiones ante cuestiones evidentes, es un razonamiento que todo el mundo debería compartir. Finalmente, el conocimiento o el saber, es el resultado final de la experiencia, de nuestros instintos y raciocinio, pero también de la inquietud intelectual por estudiar y aprender. El instinto y el sentido común no nos permitiría beber en aguas pantanosas, y el conocimiento y el aprendizaje intelectual nos diría a qué riegos concretos nos hubiéramos expuesto al beber ese agua.

    Pues bien, todo esto presenta unas aplicaciones muy relevantes en el contexto de la “plandemia” del Covid-19. Un conocido mío octogenario me cuenta que desde el inicio de esta trama criminal su instinto le decía que el Apocalipsis no era real. No decidió vacunarse a pesar de ser población de riesgo, al igual que el instinto rechazaría el agua contaminada, pareciera que su instinto le dijera que la pócima génica no podría ser buena por todos los sucesos temporales que estaban acaeciendo. Este “abuelete”, carecía de otras fuentes de información, sólo la maldita tele. Pues bien, inmune al terror constante inoculado por los criminales medios de comunicación de masas, su sentido común hizo el resto a la hora despreciar las vacunas, el uso de la mascarilla y abrir sus puertas de par en par a su familia y al vecindario. Y su sentido común obró de acuerdo con el planteamiento de interrogantes o reflexiones evidentes como que: una pandemia letal no necesita propaganda, en mi entorno no existe el Apocalipsis, la gente está sana, los medios de comunicación imponen la censura, no hay debate alternativo, ¡cómo voy a estar enfermo asintomático si estoy bien!, como toda la gente que va por la calle, pero si cada vez que salen las autoridades sanitarias dicen una cosa distinta, por ejemplo: que no se vacunen las embarazadas, luego sí, no te vacunas si has pasado la enfermedad luego sí, reducen o aumentan el tiempo entre dosis dependiendo de la disponibilidad del medicamento, cómo es que antes de la vacuna no había variantes y ahora después de la vacunación masiva proliferen como las setas y surgen cuando quieren acomodar la vacunación a otras franjas de edad, en este caso, a los jóvenes. Se prometía, sin ninguna base científica, que con una inmunidad de rebaño del 70% se controlaría la enfermedad, luego fue el 90%, ahora es el 100%. La pauta completa eran dos dosis ahora tres, cuatro… ¿Por qué ocultan los efectos adversos? ¿Por qué quieren hacerle la vida imposible a los no vacunados? ¿Por qué no han preguntado a la ciudadanía sobre las medidas a tomar? ¿Por qué no ha dimitido nadie tras los estados de alarma ilegales? ¿Por qué en la tele salen sin mascarilla, se abrazan y no respetan el distanciamiento social? Y el planteamiento de sentido común definitivo: “si las farmacéuticas no se hacen responsables y mi médico no me quiere prescribir la vacuna, pues yo no me meto esa pócima experimental de la que nadie se hace responsable.

    Si a todo este planteamiento, de sentido común, le aplicamos el conocimiento fruto de la inquietud intelectual y moral por saber lo que realmente está pasando en la mayor encrucijada histórica a la que nos están sometiendo, está claro que la conclusión es que estamos asistiendo al mayor atentado a los derechos fundamentales y a la salud pública jamás cometido en tiempos de paz.

    Ahora pareciera que todos los gestores del Apocalipsis, políticos miserables de distinto pelaje, sanitarios mercenarios, voceros de los medios terroristas de comunicación y demás indeseables, reconocen que su gestión de la pandemia ha sido un fracaso criminal. Los confinamientos, el distanciamiento social, los estados de alarma, toques de queda y el uso de bozales, no han funcionado, las vacunas no han inmunizado, más bien pareciera todo lo contrario, parece ser que son las que están provocando las variantes y el escape inmunológico junto a millones de efectos adversos y miles de muertes asociadas a ellas. Y lo peor, las consecuencias de todas estas medidas criminales, en la economía, la armonía social y en la salud general de la población, serán muchos más dañinas que la propia “plandemia”.

    Ahora son nuestros niños los que están en peligro, mañana día 13 de diciembre, empieza la vacunación masiva a menores de 12 años en España. Es del conocimiento ordinario, imposible de ocultar más, que los niños NO sufren la enfermedad, que las vacunas no evitan la transmisión, la hospitalización ni la muerte, que no hay ningún estudio en todo el mundo que pueda asegurar que la vacunación COVID ha salvado alguna vida. Que los efectos adversos de estos medicamentos en la salud infantil son graves: miocarditis, pericarditis, síndrome inflamatorio sistémico e incluso la muerte. En la tabla 2 podemos observar el último informe de vigilancia epidemiológica a fecha del 9 de diciembre del 2021, del  Instituto de Salud Carlos III - ISCIII, en donde se observa que las defunciones como factor pandémico por COVID son irrelevantes, no sólo en los niños, esto se podría prolongar hasta los 70 años.

 Además, siguiendo su relato temerario, un 81,1% de la población joven, adulta y mayor está vacunada, ¿Para qué demonios hay que exponer a los niños a los riesgos de los efectos adversos de estos medicamentos en fase experimental? LOS NIÑOS NO SUFREN LA ENFERMEDAD.

    Los servicios de farmacovigilancia internacionales más importantes: el Vaers y Eudravigilance (ver enlaces), informan de decenas de miles de muertos y millones de efectos adversos en Europa y EEUU asociados a las vacunas Covid, aún reconociendo que se notifican muy pocos casos. Si imagináramos las predicciones estadísticas que se pudieran hacer a todo el mundo y considerando que las notificaciones deberían ser multiplicadas por algunas decenas de valores, la situación es ya devastadora. Si tenemos en cuenta este razonamiento, podría decir que la vacunación masiva a los niños es un acto criminal diabólico.

Algunos dirán que no hay una relación de causalidad entre los efectos adversos noticiados y la vacunación, formalmente es así, pero entonces, ningún medicamento tendría en su etiqueta efecto adverso reconocido indubitablemente. Por teoría de probabilidades, es indiscutible que la vacunación masiva indiscriminada y sin prescripción médica está provocando miles de muertos. Si no me creen, analicemos los siguientes gráficos extraídos de la Web Euromomo (ver enlaces) en dónde se registra la mortalidad en Europa.

 Línea azul marino 2020 (Año del inicio de la pandemia)

Línea azul claro 2021 (Año de la inoculación masiva)

De 0 a 14 años el exceso de mortalidad está por debajo de la normalidad hasta la semana 25-30 dónde se incrementa casi exponencialmente coincidiendo con el periodo de vacunación de esta población.

De 15 a 74 años, el exceso de mortalidad en 2021 se dispara desde la primera semana del año, que es cuando empieza la vacunación masiva y no para de separarse y agrandando la brecha con respecto al 2020 (año de la pandemia).

De más de 74 años y a pesar de las vacunas Covid, es imposible, frenar el gerontocidio del 2020.

 


   El 75.56% de las personas muertas por la Covid en este último registro tienen vacunación completa (sin contar pautas incompletas, que a mi juicio habría que sumarlas)  (ver tablas). El dato absoluto es el que vale ya que si tenemos en cuenta que el 81.1% de los españoles están vacunados, el incremento de la mortalidad podría ser exponencial, lo que colapsaría los hospitales. El dato también interesante es que en gente joven la mortalidad es nula en no vacunados.

 



   Para terminar, hazte un favor, por tus hijos, emplea el método Cartesiano y piensa como decía René Descartes: “No aceptar que algo es verdadero si existe la mínima posibilidad de que no lo sea”. Si piensas en todo esto aún existes como ser humano. En última instancia, exígele a tu pediatra que te prescriba la receta obligatoria para la “vacuna” Covid, si te dice que no es necesaria, insiste, si se niega, vuelve a la máxima cartesiana y decide.

 Pedro Ángel Latorre Román

Fuentes:

https://www.euromomo.eu/graphs-and-maps

https://www.mscbs.gob.es/profesionales/saludPublica/ccayes/alertasActual/nCov/documentos/Actualizacion_509_COVID-19.pdf

https://drive.google.com/file/d/1009dZu6845swr5XGJowUxwppvzVYmMlr/view

https://www.cdc.gov/csels/dls/locs/2021/07-21-2021-lab-alert-Changes_CDC_RT-PCR_SARS-CoV-2_Testing_1.html

https://www.mscbs.gob.es/ciudadanos/ene-covid/faqs.htm

https://www.ema.europa.eu/en/human-regulatory/research-development/pharmacovigilance/eudravigilance)

https://vaers.hhs.gov/reporteventspan.html

https://www.bmj.com/Content/371/Bmj.M4037.full

https://jamanetwork.com/journals/jamacardiology/fullarticle/2783052

https://www.actasanitaria.com/todo-lo-que-queria-saber-sobre-las-vacunas-covid19/

https://ourworldindata.org/explorers/coronavirus-data-explorer?zoomToSelection=true&time=2020-03-01..latest&facet=none&pickerSort=asc&pickerMetric=location&Metric=Confirmed+deaths&Interval=Biweekly&Relative+to+Population=false&Align+outbreaks=false&country=~European+Union

https://papers.ssrn.com/sol3/papers.cfm?abstract_id=3546070

https://www.isciii.es/QueHacemos/Servicios/VigilanciaSaludPublicaRENAVE/EnfermedadesTransmisibles/Documents/INFORMES/Informes%20COVID-19/INFORMES%20COVID-19%202021/Informe%20n%C2%BA%20108%20Situaci%C3%B3n%20de%20COVID-19%20en%20Espa%C3%B1a%20a%209%20de%20diciembre%20de%202021.pdf


  

 


 

Comentarios

  1. Interesante e informativo, buen trabajo👍👍

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  2. Excelente. Muy bien. Bastante claro y documentado

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  3. Creo que si, en un crimen
    Los pediatras se niegan a firmar las recetas para inyectar a los menores. Tampoco quieren firmar los médicos de familia.

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