GRACIAS PEDRO SÁNCHEZ. LA GRAN REVELACIÓN.
Los filósofos helenísticos ya pusieron de manifiesto los aspectos más abyectos de la condición humana, en esencia la falta de virtud o virtudes esenciales para una vida digna como la sabiduría, la justicia, el coraje y la templanza , la autarquía personal y en su máxima expresión, la libertad. Alertaban de los peligros de la ignorancia, las pasiones , del materialismo y el comportamiento gregario de la turba, la degradación de las polis y de la corrupción política. Todo ello nos esclaviza. Pues bien, pareciera que más de 2.000 años después de que cínicos, epicúreos y estoicos nos alumbraran el camino y tras una odisea centenaria de guerras, asesinatos, tiranías y latrocinios, se esperaba que el ser humano aprendiera de megalómanos, tiranos, mentirosos, ladrones, asesinos y corruptos, que existiera una especie de huella genética o al menos epigenética que afectara a nuestros rasgos de personalidad y comportamientos para hacernos más hábiles a la hora de identificar el mal y saber bu