ANTONIO MUÑOZ MOLINA, NO EN NUESTRO NOMBRE, NO EN TU NOMBRE. NO A LA REFORMA DE LAS MURALLAS DE SAN LORENZO
Nací y he morado la mayor parte de mi vida en la barriada de San Lorenzo. Mi apego vitalicio al barrio y al vecindario se sustenta en una infancia agraciada de vivencias maravillosas con los amigos y habitantes del lugar en un entorno monumental, natural y paisajístico impresionante. Mi memoria retrospectiva de más de 50 años, me hace recordar a todos los vecinos del barrio, incluso a los árboles del lugar, la naturaleza circundante, las huertas, la muralla, el espacio diáfano de la plaza y las sierras al fondo, presididas por Mágina y en lontananza Sierra Nevada. Los niños teníamos una noción geográfica y geológica de la zona extraordinaria, conocíamos los pueblos, los montes e incluso los caminos. Pero lo más importante para nosotros era que el barrio nos pertenecía y la libertad nos asistía, lo disfrutábamos sin restricciones ni limitaciones, había pocos coches y escaso turismo. Las calles eran de los niños, como destacaba Guts Muths en su obra “Gimnasia para la Juventud” (1807),